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La Madre del Maíz: Sara Mama y el carácter sagrado del maíz

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"Madre del maíz" o del alimento.
En los sembradíos se colocaban en su honor las "mamasaras", piedras pulimentadas y labradas para que tuvieran agua oportuna y abundante, atribuyéndoles virtud especial para producir la lluvia.
La chicha obtenida de la fermentación del maíz, era una tarea exclusiva de las mujeres, su producción de significado mágico-religioso era realizada bajo la mirada de la diosa.
En el sexto mes del calendario, Aymoray (Mayo), se realizaba el baile del maíz que se le dedicaba especialmente. El ritual consistía en llevar el maíz desde el campo hasta la cada donde lo velaban durante tres noches. Lo colocaban entre sus mejores mantas, considerándolo como Mama Sara y creían que adorándolo procurarían la conservación y reproducción de la próxima cosecha.
Poema:
Diosa del maíz
mujer desnudatu vientre es un fuego de hortalizastus senos generan todas las simientesagotando la luz de placeresy un campo de desdichas
en plazas de exterminios
quiebran la quietud de los abismos
cabalga sobre precipicios
al ardor de las brumas
origina destellos
en la lámpara secreta de la noche.


festines de la carne
domina el secreto cereal
 Sara era una hermosísima doncella a quien pretendía Kuru, el hechicero de su pueblo, quien le inspiraba temor y rechazo. Sin embargo, sus padres se sentían halagados por esta preferencia de Kuru hacia su hija. Al sentirse sin escapatoria, y el hechicero cada vez más próximo a ella, era tanta su desesperación que deseó hundir un puñal en su pecho antes que ser tomada por Kuru. Sara entonces pidió ayuda a Inti, el sol, su dios, sintiendo en respuesta una dulce sensación. Su cuerpo adquirió una extremada esbeltez y sus brazos se estiraron hacia el cielo o Hanaq Pacha, para transformarse en las largas hojas de una planta de maíz.
Desde entonces el maíz se llama Sara y en el Valle Sagrado del Cuzco, que produce el mejor maíz del mundo, sólo las mujeres lo recolectan, porque Sara era una doncella y no puede ser tocada por los hombres o se perderían sus futuras cosechas.
En la fiesta del Inti Raymi, que se sigue celebrando en el Cuzco y se remonta a épocas muy remotas, se le agradece al dios sol o Inti, el haber convertido al maíz en alimento de los hombres, según cuenta otra leyenda:
Hubo una época en que el cielo o Hanaq Pacha era un inmenso campo de batalla donde los hijos del dios de la Guerra se enfrentaban entre sí, provocando rayos, truenos y relámpagos. Sus sangres hervían como la lava de los volcanes y regocijaba a su Dios.
Pero un día detuvieron su lucha diciendo: ¡Estamos cansados y deseamos sentir la dulzura del reposo!... Entonces un aura azul despejo el firmamento. El dios de la Guerra se sintió indignado por aquella traición, los castigó y los mando a la tierra convertidos en plantas silvestres, con hojas en forma de lanzas, frutos cargados de espinas y hiel en el corazón.
Luego, un día, el padre Sol tuvo hambre y bajó a la tierra, Kaypacha, tomó una mazorca que en sus manos se tornó en dulce, suave y suculento fruto.
Desde entonces en su fiesta del Inti Raymi, es la sagrada ofrenda en la que se comulga con shanku o pan ceremonial de maíz y chicha de jora, o maíz germinado.

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