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Mostrando entradas de abril, 2008

La Magia y el Genero I por Guadalupe Podestá Cordero

A lo largo del tiempo, las visiones de los pueblos cambian. Es un hecho probado que, con cada adquisición conceptual, la visión y la carga ideológica de una cuestión muta. A las mujeres nos ha pasado lo mismo. Ha mutado la manera en la que los otros y nosotras nos vemos y evaluamos, en tanto reconocimiento del propio ser y su envase. Desde el principio de los tiempos las mujeres hemos tenido un poder especial que, con el avance de las nociones de producción y capital, se nos ha ido quitando en un principio y hemos entregado después. En nosotras se resume la esencia de lo mágico, esto no significa que el hombre no sea necesario, el equilibrio siempre es bipolar, pero sucede que hemos perdido de vista lo valioso de nuestras etapas de la vida. Cuando el valor de una mujer se equipara la de una hembra paridora de corral estamos perdiendo la visión de la totalidad de la vida. La realización, en tanto logro supremo, no depende de nuestro rol materno, al menos no en todos los casos. Para una

SÓLO ÁMENME escribe: Gustavo Fernández

Era el último año de la irrepetible década de los ’60 y en este bizarro universo espiritualista rutilaba fugazmente como meteorito errático Su Divina Gracia Brapunavanda A.C. (en el escuálido par de notuelas que alcancé a leer sobre sus quince minutos de fama —nunca mejor empleada la expresión— jamás se aclaró qué diablos significaba A.C., aunque el morocho de bigote a lo Clark Gable y pícara mirada no parecía de los tiempos de Antes de Cristo). Era, obvio, un indio, vaya a saberse si hindú, arribado a las costas de California (¡nada menos!) como uno más del incesante desfile de gurúes, maharijis, maestros y fakires importados de Oriente en esos tiempos. Pero el tipo la tenía clara. No se embarcaba en teológicas y metafísicas discusiones con Timothy Leary o Baba Ram Das en la TV yankee de costa a costa. Para qué; uno terminaba nervioso, transpirando y en ocasiones, mal parado. No trataba de vender en la calle, en conferencias o en ashrams sus libros hediondos de patchouli, ni sermoneab