Ir al contenido principal

SÓLO ÁMENME escribe: Gustavo Fernández

Era el último año de la irrepetible década de los ’60 y en este bizarro universo espiritualista rutilaba fugazmente como meteorito errático Su Divina Gracia Brapunavanda A.C. (en el escuálido par de notuelas que alcancé a leer sobre sus quince minutos de fama —nunca mejor empleada la expresión— jamás se aclaró qué diablos significaba A.C., aunque el morocho de bigote a lo Clark Gable y pícara mirada no parecía de los tiempos de Antes de Cristo). Era, obvio, un indio, vaya a saberse si hindú, arribado a las costas de California (¡nada menos!) como uno más del incesante desfile de gurúes, maharijis, maestros y fakires importados de Oriente en esos tiempos. Pero el tipo la tenía clara. No se embarcaba en teológicas y metafísicas discusiones con Timothy Leary o Baba Ram Das en la TV yankee de costa a costa. Para qué; uno terminaba nervioso, transpirando y en ocasiones, mal parado. No trataba de vender en la calle, en conferencias o en ashrams sus libros hediondos de patchouli, ni sermoneaba desde alguna estribación del Shasta a grito pelado para que hippies extraviados de lisérgico y marihuana se acercaran a escucharle y, de paso, dejarle unas monedas para su magro (o no) sustento. No, Brapu era un “maestro”... en el sentido más cínico que el “lunfardo” porteño puede darle a la palabra. Porque Brapu reunía a sus devotos, o a los periodistas, esperaba que se hiciera silencio y sólo decía: “Yo no vengo a darles ningún mensaje, ni a traerles soluciones a sus problemas, porque yo soy Dios. Sólo siéntense ahí y ámenme”.Un genio el fulano. Lo crean o no, parece que durante un par de años unos cuantos y unas cuantas hicieron eso; se sentaban frente a él, días, semanas, todos en silencio, mirando al “maestro” y el “maestro” mirándolos a ellos con una sonrisa que yo también tendría si veinte giles se sientan a mirarme durante días y sólo se levantan para ir al baño, comer algo, pagarme algunas cuentas, dormir unas horas y vuelven a sentarse para mirarme y amarme.Brapu debe haber pasado a mejor vida, ya. Bah, no sé a qué tan mejor, porque por lo menos en ese entonces parecía pasarla bomba en ésta con el curro de sentarse en silencio, sonreír y dejarse amar (y eso que era fiero el pobre) y por ahí en la otra vida estaba esperando una larga fila de tíos que se sentaron a amarlo y tarde piaron que esos años podrían haber estado haciendo algo más productivo. En fin, cosas que se me ocurren y en todo caso, problemas entre espíritus, conventillo de ultratumba en el que no me pienso meter. Pero el tema es que recordé a Brapu hace unos días en que concluí una jornada ahíto de tanta chantocracia imperante en el mundillo espiritualista que, seamos francos, parece que de espiritualista cada vez menos. Porque mirando alrededor, uno —yo— se desayuna que tenemos colegas donde el más lerdo alcanza a un ñandú gateando. Atardecer de un día agitadoUn debate con una contactada (con extraterrestres) que rodeada de su inveterada corte de milagros discriminaba sin fundamento alguno lo que era “cierto” y lo que no de las hipótesis ovnilógicas que se debatían, porque claro, “así lo recibía ella”. Y de pronto, uno —yo— imbécil disfuncional de la canalización que me pasé treinta años de mi vida gastando kilómetros como dinero de mis bolsillos y jirones de mi vida en el camino descubriendo que “ellos”, los elegidos, ya tenían todas las respuestas, en un discurso donde el amor y los mensajes de otros planos dictados en castellano arcaico (¿por qué será que Kuthumi, Ashtar Sheran, El Morya, Saint Germain, siguen hablando como El Quijote? ¿Están tan imbuidos de su cósmica esencia que no descubrieron que el mundo hispanoparlante ya no habla así? ¿Será que el Registro Akhásico donde se almacenan sus voces está en este plano en algún lugar de Asturias o Castilla, y por eso nunca tienen sus mensajes el giro fonético guatemalteco, mexicano, argentino, uruguayo...? Y mejor no hablar cuando la Virgen se anuncia a través de una vecina. Escuchar a tantas “videntes” transmitir las palabras de María tal como —dicen— las recibieron me hacía pensar, más que en un mensaje de la Inmaculada, en una posesión de Niní Marshall). Tras cartón, informarme por pedido de una amiga sobre el umbroso proceso de elaboración de la —por lo menos en estas tierras— famosa Agua Diamantina, a sabiendas de que hay gente bienintencionada que no se lava ni los dientes si no es con la misma. Y encontrarme con un berenjenal de frases seudo científicas capaces de dejar a cualquiera en un estado de semi trance, sin haber comprendido nada, por supuesto, pero todo sonando taaaan serio... Mientras cenaba, escuché unas grabaciones fragmentadas del venerable e ínclito Don Pedro Romaniuk, con su eterno discurso del estilo: “porque en la Universidad de Smmmmoolkji....uesky, la doctora Pavlita Cuchinota demostró que de los 56.095.278 átomos de la tercera vuelta contada desde arriba del ADN se encuentra un átomo de xenón-cryptón-molibdeno, y fue publicado en el número 45, del Tomo XXXVI de los Anuarios de esa universidad”... y, claro, nadie alcanza a escuchar bien el nombre de la universidad, o de la doctora, o no busca los Anales por Internet, o si lo hace y no los encuentra, seguro que uno es el torpe porque el profesor Romaniuk sabe tanto y lo dice tan seguro, y estuvo en tantos programas de televisión y ha escrito tantos libros... que debe ser verdad.Me acosté temprano esa noche. Buscando el sueño —sospecho que no otra cosa— ojeo “La Novena Revelación”. Y el sueño se me fue definitivamente. El protagonista llega a Perú y se dirige tras su misión al interior del país, en un largo viaje por carretera pasando junto a (está en el libro, búsquenlo)... ruinas incas y mayas. ¿Mayas en Perú?. Sería todo un descubrimiento, claro, pero ni autores ni editores dedican un párrafo más a esto que conmocionaría al mundo. Da por hecho (propio de un gringo que ni se informó del país que jura conocer) que todos estos indígenas latinoamericanos están ahí nomás, unos junto a otros. Incas y mayas, revueltos, claro.Y cuando uno —yo— me siento frente a esos contactados, canalizadores, escritores y conferencistas, y les señalo sus ambigüedades, inexactitudes y contradicciones, resulta ser uno —yo— el “demasiado racional”. El “poco espiritual”. El “que aún no ha evolucionado”. Todo, entonces, “ségual”. No importa los errores científicos porque para esta New Age light de cosmética astral la ciencia es despreciable (no las actitudes de ciertos científicos, como debería ser), porque, claro, “lo que importa es el mensaje”. Sin entender que el mensaje se bastardea si se bastardea el canal de transmisión. Que si existen términos precisos en nuestros idiomas para entes gnoseológicos precisos, deben ser usados. Que si da lo mismo mezclar neutrinos con ángeles, mayas con incas, Saint Germain con Jung sin contexto, sin rigurosidad intelectual porque, va de suyo, lo que importa es el mensaje, la espiritualidad que tanto propugnamos se va a la mierda. Porque es una espiritualidad ersatz, disfrazando la megalomanía de algunos que llaman “espiritualidad” a simplemente carecer de la capacidad, de la paciencia, de la humildad o de la voluntad de reconocer que tienen quizás sólo unas pocas respuestas y una inmensa falta de conocimientos. Entonces, escribimos cualquier cosa, armamos seminarios, talleres, cursos, conferencias donde decimos la primera idiotez que se nos cruce por la mente pero intercalando maníacamente conceptos como “universalismo”, “amor cósmico”, “fin del mundo”, “maldad humana”, “vibraciones superiores” porque ahí enfrente hay un público que también habla de espiritualidad pero se asfixia en sus problemas cotidianos que de espirituales no tienen nada, y siguen y siguen y siguen buscando fórmulas mágicas. Así que les damos cualquier cosa: fotos del aura que no son más que filtros de luces tomados con la webcam[1], cartas natales por computadora que hablarían del destino voluptuoso tanto de un vecino como de un brócoli con la única condición de que hayan brotado en el mismo momento[2], lecturas de Tarot nacidas más que de la potenciación de nuestra percepción extrasensorial, de la agilidad verborrágica de alguien con mucha calle[3]. Y escrivimos con herrores garrafales de hortografía y sintacsis, pero conbensemos a la gente para que conpre nuestras obras porque, obio, son “mensajes de lo alto”, xq lo que importa es el msj, tonces varruntamos que agamos lo que agamos, y cmo lo agamos, si lo q imprta s el msj la gente lo consum igual... y es terrible, pero lo consume, y a cualquier precio. Un precio que, claro, ahora ya no será “arancel cultural” sino “donación amorosa”.Y uno —yo— se pregunta después para qué escribir tratando de despertar conciencia. Si todos sabemos, tanto ustedes como quien escribe, que quizás todo esto es un gasto innecesario de energía que, después de todo, no es de uno sino universal. Así que quizás sólo baste que dejen de leer, permanezcan frente al monitor y ya.
Sólo ámenme.
______________________
Referencias:[1] Ver mi artículo “'Auravision': Las Falsas Fotos 'Kirlian'”, en AFR Nº 165.[2] Ver “Una reivindicación de la Astrología”[3] Ver “Pero, después de todo... ¿Sirve para algo el Tarot?”, en AFR Nº 21.Sobre Astrología:AFR Nº 17: Carl Gustav Jung: Un espíritu inmortal a la luz de la Astrología.AFR Nº 18: Carl Jung y la Astrología.AFR Nº 28: Una reivindicación de la Astrología.AFR Nº 48: Un nuevo mundo: la Astrología Espacial.AFR Nº 95: Enfoque astrológico del Asma Bronquial Humana.AFR Nº 111: ¿Puede usarse la Astrología en particular y estas disciplinas en general para acertar en los juegos de azar?AFR Nº 118: Enfoque Astrológico del Asma Bronquial Humana (II): Factores Hereditarios.AFR Nº 136: ¿Astrología y Astronáutica hermanadas en la Evolución de la Especie Humana?Podcast Nº 24: www.emnhome.com/afr

Comentarios

Entradas populares de este blog

La Frase de las Hadas

"Las sombras sólo comienzan a desvanecerse cuando, quien las ve, mana luz y desde su corazón"

La Frase de las Hadas

"Lo sutil y mágico permanece distante del que se aferra a una objetividad inexistente"

La Frase de las Hadas

"Nunca te guíes por la idea superficial, el conocimiento sólo llega a quien se toma el tiempo y la constancia de aprender"