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Brujas

Por Guadalupe Podestá Cordero


La palabra “Bruja”, desde la edad media hasta la actualidad, se ha utilizado para estigmatizar a algunas mujeres

La brujería no implica maldad alguna en sí misma, durante mucho tiempo, siglos, las brujas han sido quienes ayudaban a sus vecinos a solucionar problemas mediante combinaciones naturales, hierbas, piedras, hilos, ritos simples algunos, complejos otros, pero era como la instancia de emergencia a la que se recurría, en muchos casos incluso, eran quienes realizaban curaciones y partos.

Convengamos que el término “Brujería” se utiliza como una generalización de prácticas, ya que en cada lugar del mundo reciben nombres distintos.

Con el correr de los tiempos se generó una dicotomía absurda entre las Hadas y las Brujas, el hada buena combate a la bruja mala, cuando en la realidad entre las prácticas más antiguas está la de invocar las fuerzas elementales (hadas, elfos, duendes, gnomos, ondinas, actinios, etc.) para distintas finalidades, es decir, un elemental es eso, un ser que integra el elemento (fuego, agua, tierra o aire) al cual se cita para una finalidad determinada. Mal entonces se podría plantear a un humano y a un elemental en el mismo nivel de una disputa.

Esto tiene que ver con enfrentamientos religiosos, relacionados con la extensión de las religiones monoteístas, en ese contexto es necesario “demonizar” las prácticas de los pueblos invadidos para establecer la creencia del imperio invasor. Por ello se las representó feas, con defectos físicos visibles, con voces chillonas, con malos hábitos, en muchos casos casi monstruosas, carentes de moral, demoníacas y demás

La brujería vuelve a verse en la superficie, luego de la crueldad de la inquisición, recién en los años 70 a nivel mundial, y aquí recién en los 90/2000, ya que sus prácticas eran condenadas de distinta forma en distintos países. En su mayoría practicada por mujeres, aunque hay hombres que lo realizan y a decir verdad es el primer escalón en el camino de la magia antigua, en la tradición europea, hoy extendida a nivel global.

No desmentiremos aquí que hay quienes realizan prácticas oscuras o relacionadas al mal, pero eso no es la generalidad de una práctica antigua, que hoy en día se nutre de distintas tradiciones ancestrales.

Para la mayoría de las antiguas tradiciones, brujas somos todas, porque todas somos hijas de la Tierra, por tanto reflejo de ella. Pero esto no excluye a los hombres, sólo que para que ingresen la puerta debe ser abierta por la fuerza femenina. Durante siglos se enseñó como tradición oral, recomiendo, en lo personal, aprender de manera sistemática e investigar profundamente, ya que esto implica un maravilloso mundo, para muchos, inexplorado.

Cuando alguien te llame bruja, no te enojes, porque en realidad sin saberlo despiertan una fuerza antigua en vos, la fuerza de los 9 millones de mujeres que ejecutó la inquisición desde su inicio hasta su cierre (no digo fin porque el “Santo Oficio” sigue existiendo).

Cuando creyendo insultarte te llaman bruja, te están diciendo: sanadora, sabia, conocedora de los tiempos de la tierra, mujer empoderada, sabedora de los tiempos, designios y caminos de Diosas y Dioses de la antigüedad, visionaria, portadora de fuerzas y facultades sobrenaturales.

No te enojes, reíte y seguí tu camino, que quien hoy no comprende algún día abrirá su mente y comprenderá que no existe un solo camino, ni una sola verdad, ni una sola visión ni una única historia.










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