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Iluminación y Conocimiento: Iniciar el camino.



Por Guadalupe Podestá Cordero
30-3-2012 – San Miguel, Buenos Aires, Argentina.

En el camino del iniciado hay bosques, trampas, sombras que vencer, la conciencia debe vencer paso a paso.
Al iniciar el camino deberá aprender a observar y escuchar, la pregunta es un producto de esto, puesto que frente a los hechos de la vida, de la conciencia de vivirlos, surge la necesidad entonces de conocer el núcleo que los origina.
Los bosques y selvas del conocimiento son inagotables, la trampa consiste en saber distinguirlos, conocer la verdad del espíritu primero. Comprender lo transitorio de nuestras vestimentas actuales, experimentar la luz de la esencia pulsante en el silencio.
En los pasos serenos, despojados de ansiedades, cobra una inusitada fuerza la verdad interior, esa que, como el agua, no frena en su avance.
El iniciado/a tendrá que vencer el temor al comenzar el certero camino, no dependerá de su hambre de saber sino de su capacidad de vivir en sintonía con lo que sabe, no depende ya del aislamiento, sino de aprender a imbuirse en la cotidianeidad que lo rodea, cuando el iniciado se aísla, la verdad le huye, y han de saber que, la verdad, duerme en los ojos del más desvalido. Por tanto es menester el servicio sanador del alma y el cuerpo ajenos.
Una maga o mago, para serlo con honor, debe sanar al mundo que habita en esta vida. Al mundo se lo sana cada vez que logramos que alguien revierta una enfermedad, apague una pena, se llene de felicidad, el mérito de una iniciada/o aparece cada vez que puede sacar a un hermano/a, humano o animal, del dolor y el hambre, cuando lo torna visible para que logre alcanzar sus metas y sea otro productor de felicidad.
La gnosis mágica no nos pide hacernos ajenos a nuestra especie, sino reconocernos en el otro. El o la practicante o iniciado incapaz de ensuciar sus pies en el barro jamás conocerá la verdadera puerta a la sabiduría de la fuerza sin tiempo.
Existieron y existen miles de teóricos sobre la magia, que hablan de esto como una teoría despegada  de la realidad cotidiana del iniciado, donde la verdad se encuentra en el silencio del templo y las necesidades primarias del cuerpo deben ser acalladas para unos y exaltadas para  otros, pero al fin ¿qué es un iniciado/a mas que una esencia viviendo una experiencia humana? ¿Cuál es el camino a la verdad? ¿Qué debemos hacer y qué no?

1° Parte:
“La adicción emocional es un lujo que cuesta la vida”
La o el iniciado debe despegarse de la necesidad de ciertas emociones para optar por las que lo ayudan, no se trata de no enojarse, sino de evitar vivir enojado. Se trata de aprender a vencer la tristeza y la desesperanza, cada vez que nos ponemos tristes apagamos la luz de la creación y perdemos fuerza.
El enojo arruina el corazón, el hígado y llena nuestro organismo de humores amargos a los que el páncreas no alcanza a combatir.
Si sentimos miedo, riñones e intestinos pagan por nosotros.
No es que no podamos manejar las emociones, es que no nos enseñaron que podemos y poder es simplemente decisión.
Toda emoción es una cadena química que dará forma a nuestra energía mental y producirá cambios no sólo en el cuerpo sino en el mundo. Entonces quien inicia este camino debe saber que su responsabilidad en el mundo es grande, porque no todo depende de mi pero si mi parte del todo.
Cuando la primera ley del hermetismo dice “todo es mente, el universo es mental” sólo está mostrando que el todo es energía mental a la que la infinita conciencia creadora le da forma a través de cada uno de nosotros,  ya que cada mañana recreamos el mundo en el que creemos vivir.
Por todo esto, el primer acto de desapego que se debe realizar es desprenderse de la acción trágica del ego, ya que el sufrimiento es individual colectivizable pero el gozo es puramente colectivo porque cuando experimentamos felicidad la reflejamos en todos los que cruzamos, pero nace en todos los que fuimos.
Nuestra primera misión es bailar en la música del cosmos, crear y recrear felicidad para encender, sanar y mejorar la propia vida y la de quienes nos rodean.

2° Parte
“Quien desea tempestad la crea” 
Cuando aprendemos a pedir cometemos el error de no aprender a elegir conscientemente lo que pedimos, ya que jamás tomamos en cuenta la consecuencia de obtener aquello que nos parece desear o necesitar.
Así quien transita este sendero puede meditar pidiendo, a la Suprema Conciencia creadora de la Vida, “la verdad” como revelación total y obtenerla de forma tal que se revela ante, quien la pidió, en medio de un doloroso caos para el que el solicitante no estaba listo.
Se puede pedir justicia en un asunto y recibir en propia mano la porción de justicia que hubiese correspondido se nos aplicara por la implicancia que pudimos tener en el origen del tema.
Podemos pedir se nos abra la luz cósmica y perder, al ser esta concedida, la habilidad de vivir en la tierra.
Todo esto ocurre, simplemente, porque al momento de pedir estamos creando las condiciones para obtener lo que pedimos y es, en ese punto exacto en el que debemos tener cuidado, porque las consecuencias del pedido n impactan sólo en nuestra vida, sin en la de las personas, seres y  objetos que comparten nuestra experiencia. Esto último se debe a que en los universos que componen el Todo Ilimitado, es decir en el “Todo” mismo, las cosas funcionan en red, por tanto lo que me afecta impacta en los que amo y en los que no.
Cada uno de nosotros, sumergidos en el mar de conciencias que nace del corazón creador de todos los universos, al liberar con su voz un pedido, impactará en ese mar creando olas que repercuten en el todo y ese efecto dejará una huella que traerá el pedido y sus consecuencias a nuestra vida y a la de los que comparten nuestro paso por la tierra.
Nuestro derecho es pedir, nuestra obligación es saber que lo que pedimos se cumple inexorablemente.

3° Parte
“Tejer cada día nuestro destino es independizarse del tiempo” 
Las esencias, durante su experiencia humana, se ven compelidas a aceptar variables del tiempo, que, al fin, son convenciones humanas apuntadas a dar un sentido de orden a la vida, pero que no son inamovibles.
El tiempo solo existe en la realidad generada por milenios de costumbre.
Cuando la o el iniciado se vuelve tejedor  consciente de su propia vida, cuando deja de actuar o espectar para hacer ambas cosas y opta a consciencia por recrear desde el núcleo fundante mismo el mundo que habita, entonces el tiempo y sus urgencias dejan de existir.
Esto no implica perder la noción del tiempo en el que se mueve el común de los humanos como él o ella, sino que se pierde la ansiedad por la concreción, ya que no queremos controlar el río porque ya somos el río, dejamos de apresurar el tiempo porque somos libres del apetito infantil de concreción que es la clave de toda ansiedad.
Para esto es necesario tener claro que nada tienen que ver la pasión y la ansiedad, ya que la pasión es ese impulso amoroso exacerbado que nos lleva a hacer pero que también puede orillarnos a la destrucción, en cambio, la ansiedad es siempre destructiva y siempre será una expresión del ego. Una vida desapasionada nos llevará a la muerte, una vida sin ansiedad nos conduce al conocimiento.
Nuestro deber es tejer a conciencia los hilos que forman al todo para volvernos libres de la espera.

4° Parte
“No hay destino, hay consecuencias” 
La Conciencia Creadora Divina no decide por ninguno de nosotros. Existe sólo una signatura, nacemos para aprender viviendo. Este pensamiento equivale a plantear la tan mentada “misión en la vida” como la historia de una esencia que sale del corazón de la Divina Conciencia, con la necesidad de aprender a generar felicidad más allá de los obstáculos que se presenten para lograr un estado de serenidad que le permita seguir aprendiendo.
Esa etapa primera que implica juego, placer y creatividad jamás se pierde, vida tras vida nos generamos la necesidad de aprender y los obstáculo que tendremos.
Por tanto, a cada paso decidimos una nueva acción y esa acción genera nuevas consecuencias, cada una de las cuales entraña nuevos desafíos para nuestra inteligencia. En el momento en el que ese desafío se nos hace visible, en ese instante y no en otro, es en el que debemos generar un silencio suficientemente profundo como para callar la voz del ego y dejar que nuestro observador, que no es otra cosa que la esencia primigenia de cada uno, hable y nos permita ver qué hacer o a donde ir.
Así la red de consecuencias y acciones forma el sustento de nuestro saber real.
Entonces nuestro trabajo es desprendernos de la idea de destino para hacernos responsables de esa creación que llamamos vida.

5° Parte
“Existen el bien y el mal como el sol y la luna”
El Todo se compone de polaridades, y la polaridad existe hasta en lo que no lo parece.
La Panconciencia Divina es macho y hembra, luz y sombra, caos y orden, sin que esta dualidad implique engaño, porque lo es a la vista.
En la experiencia encarnatoria la esencia ve esa dualidad más concretamente que nunca, de esa dualidad nos nutrimos y aprendemos.
Ninguna esencia nace destinada a hacer el mal o el bien, es una elección consciente que aparece en la primera encarnación, casi un primer impulso. Cada esencia elige un rol en el teatro inagotable de la creación, rol que se mantendrá mutando, a veces en latencia, según las variables del entono y la necesidad que experimente.
Todos vivimos en polaridad y tenemos la opción de elegir entre luz y sombra, pero la sombra siempre nos ligará a su baja intensidad y a su zozobra vida tras vida, encadenando a nuestra esencia y a los que comparten su experiencia encarnatoria con nosotros.
No se trata aquí de buscar la visión tonta del bien de las películas, sino de la vivencia del bien como estructura operativa en la elección del crecimiento de la conciencia pura de la esencia y como vía de ayuda casi silenciosa a los que nos rodean. Se trata aún de la idea del combate de fuerzas que nunca ha cesado y de comprender que  la elección del camino del bien tiene como finalidad última la libertad.

6° Parte
“Ningún bien se logra con el dolor de otros”
Cuando las sociedades ingresan en el etapa sacrificial (y todas sin excepción lo han hecho) adoptan la noción de la expiación por sacrificio, ya sea para sanar al pueblo o a una persona, pero ninguna sangre de herida alimenta a la Esencia Creadora del Todo, puesto que esa sangre llena de terror, desesperación y dolor del ser inmolado, degollado o como sea que halla sido elegido hacerlo, sólo alimenta a las bocas de las sombras que, ocupando el sagrado sitio de la fuerza creadora de los universos, pide sacrificios.
Tampoco nutre al bien el autosacrificio (flagelación, terribles caminatas, ayunos, vivir en sufrimiento para ganar el cielo) puesto que es ilógico, contradictorio e insano considerar que la gran Fuerza Creadora nos ha dado vida a todos los seres para sufrir. Quien inicie su camino debe recordar que su esencia habita el cuerpo de un animal mamífero bípedo y que por tanto el resto de los animales y seres vivos son sus hermanos y que el sufrimiento de un hermano no produce felicidad.
Podríamos o no ser vegetarianos, se puede afirmar que el humano es tan omnívoro como muchos otros mamíferos. Pero eso no nos da derecho a pasar nuestro sufrimiento a un animal para luego matarlo a fin de esperar una sanación, porque ella nunca será total, dado que a la hora de la justicia nos tocará una parte, que no será castigo de nadie, sino tristeza y rechazo de la verdad de la esencia, que habrá sentido el dolor del animal al morir y que estará ligada a la sombra del dueño de la mano ejecutora.
Ningún bien procede del dolor, ninguna luz se hace a base de oscuridad como el agua no nace de exprimir una piedra.

7° Parte
“Todos podemos todo por lo tanto el ‘don’ no existe” 
La Divina Conciencia que nos ha creado a todos los seres ha dotado a su obra  de todas las posibilidades y habilidades de forma ilimitada.

Todo buen y buena iniciada, así como toda persona que lo desea, puede desarrollar todas sus habilidades potenciales (todo aquello que constituye el mundo del paragnosta, videncia, clariaudiencia, telekinesis, levitación, etc.)
Entonces hablar de dones constituye un acto de soberbia y abuso en el conocedor y de ignorancia en el vulgo.
La maravilla y el desafío de la experiencia corpórea residen en ser conscientes de ésta realidad y aprender a vivir con ella.
Entonces nuestra tarea es liberar a otros de esa falsa idea del poder devenido de la tenencia y uso de un don, salir de la idea errónea y paralizante de los “elegidos” para que todos y todas puedan usar lo que por obra misma de la creación tienen.
Cuando todos somos libres, todos crecemos, pero cuando somos esclavos del “elegido” nos transformamos en víctimas encerradas en un cuerpo.

Hasta aquí dado el primer paso de este largo viaje que con amor y constancia nos lleva a comprender que es la felicidad la llave a la iluminación y la libertad su puerta, y que el camino se abre bellamente para el paso de quien con amor y alegría se aventura a recorrerlo.

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