Por Guadalupe Podestá Cordero Muchas veces se interpretan hechos de los pueblos anteriores a la cristianización y al avance de los romanos sobre los territorios ajenos, como celebraciones demoníacas y, en la pretendida modernidad, como celebraciones que no se relacionan. Desde su inicio los pueblos deifican los grandes efectos de la naturaleza, La Gran Diosa, Madre Tierra, Pachamama, Ñuque Mapu, Gaia, Gea, La Triple Diosa, es el sustento de la vida, lo que nos da cuerpo y alimento. ¿Cómo no venerarla como a esa Diosa tiempo y espacio? De ella venimos todos y las mujeres somos sus representantes. El Sol, IntiTatay, Ra, Bell, Apolo, Sunna (si, para algunas culturas es mujer), que nos da luz y calor, el sol que permite con su luz la fotosíntesis y el crecimiento de los frutos que duermen en el vientre de la tierra. Ese mismo sol que hace que los huesos de todos los animales se hagan fuertes y que potencia el funcionamiento de la glándula pineal. ¿Cómo no se lo consideraría un Dios, c